Si bien hay productos frescos que son preferibles en ciertas preparaciones, los productos de quinta gama resuelven muchas situaciones donde los frescos no lo hacen, especialmente en términos de preparación rápida y planificación.
Algunos chefs pueden tener reticencias hacia la quinta gama, sintiendo que no se logra la autenticidad del producto hecho desde cero. Sin embargo, este enfoque ignora el valor de la cocina de ensamblaje, que permite personalizar y «tunear» el producto final. Esta combinación de conveniencia y creatividad puede resultar en un producto final tan satisfactorio como uno fresco, pero con claras ventajas operativas.
Los productos de quinta gama artesanales, cuando se utilizan adecuadamente, ofrecen una amplia gama de beneficios que van más allá del coste inicial. Desde el control de costes hasta la calidad constante y el ahorro en mano de obra, estos productos pueden transformar la dinámica de una cocina profesional. La clave está en encontrar el equilibrio adecuado entre los productos frescos y los de quinta gama, maximizando la eficiencia sin comprometer la calidad.